"El teletrabajo ha llegado para quedarse” fue una frase repetida de forma recurrente durante los casi tres años que duró la crisis del Covid. Parecía como si, de repente, el paradigma de la presencialidad y la asistencia a un espacio físico de trabajo hubiera cambiado de forma radical de un día para otro. Si bien es cierto que la llegada de esta inesperada disrupción en el día a día de toda la Humanidad cambió temporalmente nuestra forma de relacionarnos y trabajar, pasando de un entorno, casi en exclusiva, de interacción presencial a un entorno, esta vez sí en exclusiva, de interacción digital. 

De repente, todas las rutinas del empleado se vieron completamente modificadas y, sobre todo, este descubrió que de una forma alternativa, y anteriormente no explorada, se podía encontrar un equilibrio entre la vida personal y la vida profesional. Y este equilibrio no sólo se ceñía al más evidente, principalmente en empleados más senior, como es el de la conciliación y cuidado de niños y personas mayores, sino a otros ámbitos abandonados en cierto modo por la falta de tiempo. 

En este sentido, el empleado encontró una forma de trabajar en sus tareas mientras podía cuidar de su alimentación, preparando él mismo una comida más saludable y casera. De un día para otro, decía adiós a esos sándwiches o ensaladas encima de la mesa para llegar a los plazos de entrega de un proyecto, o al menú del día, con una oferta hipercalórica, en un restaurante cercano a la oficina, por falta de tiempo el día anterior para preparar un tupper con opciones más ligeras. 

En línea con estas opciones más saludables de alimentación, el empleado redescubrió la importancia de cuidar su estado físico. Las redes sociales se inundaron de rutinas de entrenamiento en casa y el empleado era capaz de organizarse para poder llevar a cabo, en menos de una hora, una rutina física completa. El hecho de la comodidad de no tener que desplazarse al gimnasio más cercano y la inmediatez de cerrar el portátil y ponerse a entrenar, hizo que el empleado volviera a engancharse a hábitos deportivos. 

Por último, y empujada por estos hábitos saludables, los individuos tomaron una nueva conciencia en cuanto a la conexión existente entre cuerpo y mente. Una nueva idea de “si cuido mi cuerpo, mi mente se beneficia”, así como “si cuido mi mente, mi cuerpo también se beneficia”. Una especie de círculo virtuoso que debía ser impulsado de forma individual, pero que enseguida tomó una dimensión colectiva. 

Sin embargo, y a pesar de las bondades de este nuevo entorno de teletrabajo, la propuesta contaba con un fallo evidente, que radica en un principio de la propia naturaleza humana: somos animales sociales. Los humanos, por propio instinto de supervivencia, estamos diseñados para interactuar físicamente con nuestros iguales. Es más, el progreso mismo de la Humanidad ha surgido por la colaboración entre los individuos.

Por ello, ese paradigma por el que algunos abogaban, un entorno de trabajo 100% remoto, de pronto se vino abajo por, incluso, el propio empuje de los empleados. Además de que desempeñar ciertas tareas y proyectos bajo este sistema componía un reto enorme y que, en muchos casos, impactaba de forma directa sobre la calidad y la productividad, el propio empleado sentía cierto aislamiento y deshumanización bajo esta forma de trabajo. 

Y ahí es donde comenzó, en cierta manera, el gran reto para los departamentos de RRHH para, por un lado, conseguir ese reequilibrio vital que había conseguido y, por otro, encajar cierta presencialidad en las políticas de trabajo para favorecer una interacción con un impacto positivo en la productividad y rendimiento. Y aquí es donde, además de los programas de beneficios sociales, la movilidad al centro de trabajo cobró una gran relevancia para los equipos de RRHH. 

Hasta ese momento, por tratarse de un tema fuera del ámbito físico de trabajo, pocos responsables de RR.HH. se habían planteado el tremendo impacto directo que los desplazamientos diarios tenían en la motivación y la productividad del empleado. De repente, todos descubrimos que no sólo la carga de trabajo y el tiempo en la oficina influían en poder llegar a momentos de cuidado personal, sino también esas horas a lo largo de la semana dedicadas a ir o volver de tu puesto de trabajo. 

Además, un nuevo condicionante se inserta en este rompecabezas de los desplazamientos al trabajo: su impacto en el medioambiente y los objetivos de sostenibilidad. Desde hace ya tiempo, tanto los organismos gubernamentales como las empresas trabajan hacia un modelo económico más sostenible con el entorno. Ya son varios los países de nuestro entorno, como Francia, que cuentan con una legislación integral en cuanto a la movilidad laboral. Y el nuestro va también camino de copiar la dinámica de nuestros socios europeos. 

Desde el punto de vista jurídico, conviene tratar el hecho de que el Gobierno de nuestro país ha retomado los trámites para aprobar la nueva Ley de Movilidad Sostenible. El texto, que ya fue validado en diciembre del año 2022, ha sido rescatado y remitido a las Cortes Generales para tramitarlo de modo urgente.

Esta ley consta de cuatro pilares básicos que fundamentan el nuevo paradigma de la movilidad sostenible en España, cumpliendo así con los mandatos de la Comisión Europea. De este modo, la sostenibilidad, la digitalización, y la cohesión social y territorial articularán la ley. Los cuatro pilares pueden resumirse del siguiente modo:

-        La movilidad será tratada a partir de ahora como un derecho social, por tanto, contribuyendo al Estado de Bienestar deberá ser accesible e inclusiva y estar al tanto de las necesidades del conjunto de los ciudadanos.

-        La descarbonización será uno de los puntos clave, pues urge reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que el transporte terrestre provoca.

-        La puesta en marcha de un sistema digital también formará parte de los pilares de la ley, de modo que se puedan recoger datos para ponerlos al servicio de los agentes implicados y así optimizar la generación de infraestructuras y nuevos servicios.

-        Invertir mejor al servicio de la ciudadanía, de forma que se encuentren soluciones de calidad y que, en el transporte, la inversión aportada sea mucho más eficaz.

De un modo particular, y enfocado en el carpooling, la nueva ley incide en su primer pilar en promover alternativas atractivas al vehículo privado, como puede ser la movilidad compartida.

Por otra parte, uno de los aspectos fundamentales que se indican en el anteproyecto de la nueva ley es la creación de un Sistema Nacional de Movilidad Sostenible, que coordine la cooperación entre administraciones públicas, en particular: Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos.

Constando de varios instrumentos, y de forma literal: “Foro Administrativo de Movilidad Sostenible; un órgano consultivo para facilitar la cooperación de éstas con el sector y los usuarios, el Consejo Superior de Movilidad Sostenible; un instrumento digital para garantizar la compartición de datos relativos a la movilidad (EDIM); y un documento estratégico de orientaciones para la planificación de una movilidad sostenible elaborado de forma coordinada con todas las administraciones (DOMOS)” , se garantiza la consecución de los objetivos de la ley.

En otro orden de aspectos, conviene resaltar que la ley también incidirá de forma especial en el sector privado, pues todos aquellos centros de actividad y empresas de más de 500 trabajadores por centro, o 250 por turno, deberán disponer obligatoriamente con planes de movilidad sostenible al trabajo. Con especial atención a los trayectos de ida y de vuelta, ofrece alternativas como movilidad activa, eléctrica, compartida o transporte colectivo. Una vez más, la nueva ley de movilidad sostenible apuesta por el carpooling como una alternativa para que las grandes empresas tengan un encaje en las premisas del texto legal.

En resumen, lo que se propone con la nueva Ley de Movilidad Sostenible es promover desde las Administraciones Públicas el acceso a nuevos modos de transporte que se adapten a la realidad del conjunto de la ciudadanía, haciendo más eficiente el mismo y aportando valor para que las personas tengan a su disposición la manera idónea de moverse con seguridad y eficiencia.

En este sentido, ya son muchas las empresas que han tomado el liderazgo para adaptarse a esta nueva normativa, bien sea, en algunos casos, creando comités interdepartamentales para aterrizar acciones concretas, o, en otros casos, creando un departamento específico de sostenibilidad, desde el que se impulsen las medidas y acciones concretas hacia unos desplazamientos con menos impacto en el medio ambiente. 

Si tu empresa o negocio todavía no ha tomado la iniciativa de adaptarse a este nuevo escenario, desde ZMove te sugerimos que comiences a estudiar internamente estos cambios normativos. Y, ¿por qué no?, contar con nuestro conocimiento para ayudarte en una transición hacia este nuevo paradigma de movilidad al trabajo.